Ayer enviábamos a todos nuestros clientes una circular informativa en la que explicábamos que debido a la huelga de transporte indefinida y a los problemas que la misma estaba ocasionado en carreteras y puertos nos veíamos obligados a paralizar temporalmente las entregas y salidas de mercancías. La situación se complica por momentos, y son varios los titulares que se pueden leer en los diarios de tirada nacional que no auguran un desenlace positivo para el empleo, la actividad y en definitiva para el consumidor que ya observa como algunos productos han desaparecido de las estanterías. Todo ello combinado con subidas disparadas de la luz y el combustible.
Un caos agravado: guerra, combustibles disparados e industrias de materias primas perecederas afectadas
Ayer mismo, el sector lácteo anunciaba un parón en su actividad. La leche, como muchas otras mercancías perecederas suman a la problemática de todas las demás actividades el hecho de que sus productos no pueden ser almacenados por períodos prolongados. El de la pesca es otro de los grandes afectados. Los piquetes situados en puntos estratégicos ya han hecho mella en los principales puertos gallegos, dejando lonjas y mercados vacíos, y en muchos casos, afectando también a la distribución en los supermercados e hipermercados.
ERTES en la industria del metal, mecánica y de fabricación de componentes
Respecto a aquellas actividades en las que las mercancías no perecen como tal, si bien el almacenamiento es posible, los espacios son limitados y se requiere poder entregar pedidos para obtener capital circulante. La huelga de transporte está afectando en ese sentido, lo que llega en un momento en el que la recuperación tras la pandemia ni siquiera se había consolidado. A esto hay que sumar que el alto precio de la energía, registrando picos que superan los 700€ MW/h imposibilita la rentabilidad de las fábricas, habiendo ya anunciado ERTES algunas de ellas.
El consumidor final: el gran afectado por la combinación de crisis
La guerra con Ucrania parecía no tener un riesgo directo sobre el consumidor final, a excepción de productos que pudieran requerir de materias primas en las que Ucrania es el principal exportador. Al inicio del conflicto ya se puso el foco en el aceite de girasol, y en menor medida en el maíz. Sin embargo, algunos expertos avisaron de que ese era un punto de vista demasiado optimista. Una crisis bélica en Europa, con Rusia como actor principal y su poderío a nivel energético sobre el continente supondrían una escalada en los precios de la energía que afectaría a todas las actividades. Y así ha sido. En el caso español, la situación se agrava por la huelga de transporte indefinida, lo que acelera un desabastecimiento de materias primas que ya nota el consumidor final en sus lineales. Estos ya están pagando una factura de la luz disparada, un gas con tendencia al alza y una gasolina que cada día marca un nuevo récord. Un precio demasiado alto que requiere de soluciones urgentes. Sin ellas, también pueden verse afectados esos puestos de trabajo que ocupa ese consumidor final. Y eso sería una tormenta perfecta.